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Radiografía de un jabón

La molécula de jabón es un “dispositivo” muy interesante. Tiene una sección hidrofílica–atrae el agua, y una hidrofóbica–repele el agua– que atrae por afinidad las partículas de grasa. El resultado es que la parte hidrofílica rompe la tensión superficial del agua y le permite acercarse a la partícula de suciedad con la que antes no se relacionaba. A su vez la sección que atrae la grasa funciona como un imán separando la partícula de suciedad del medio en que está inmersa y, si agregamos agitación al proceso, la partícula es succionada y después envuelta por moléculas de agua formando una emulsión.

De esto se desprende que el jabón va a ayudar a limpiar suciedad donde haya grasa o aceites involucrados. Para polvo, con agua basta.

¿Y cómo se hace el jabón?

Se trata de una reacción química ácido-base, también llamada reducción redox donde la base es hidróxido de sodio o hidróxido de potasio, y los ácidos son ácidos grasos que se encuentran en grasas y aceites. El resultado típico de una reducción redox es sal más agua, en este caso el resultado es moléculas de jabón y glicerina. En general nos vamos a encontrar con una proporción de 3/4 de jabón y 1/4 de glicerina.

Un momento… hidróxido de sodio ¡es soda cáustica!

Sí. E hidróxido de potasio es potasa cáustica. Las dos son sustancias peligrosas y para hacer jabón hay que tomar medidas básicas de seguridad que incluyen guantes, manga larga y algunas personas usan protección para los ojos.

La soda cáustica se usa para los procesos de jabón en frío, y la potasa para los procesos en caliente. La soda da un jabón sólido mientras que la potasa es la más usada para jabón líquido.

¿Y eso queda en el jabón?

No. Cada grasa tiene un coeficiente de saponificación que dice cuánto aceite hace falta para neutralizar la soda. Cuando un jabonero va a diseñar una receta calcula la relación de aceites y soda que hace falta y agrega en general alrededor de un 5% más de aceites para que queden sueltos en el producto final y sirvan de emolientes junto con la glicerina que sale del proceso de saponificación.

Ahí empezamos a ver por qué los jabones artesanales modernos le ganan en confort a cualquier producto comercial. Aún en el siglo XIX cuando se empezó a hacer jabón comercialmente, los productores separaban la glicerina y la vendían aparte. En la actualidad ni siquiera usan jabón. Usan detergente y lo hacen sólido agregando ácido esteárico–un ácido graso muy común en las grasas sólidas animales y vegetales y que se puede comprar refinado.

 

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