Jeffrica Jabones Artesanales es el sueño/delirio/crisis de mediana edad de Sandra Martinez, quien vive en la ciudad de Ensenada, Pcia de Buenos Aires, Argentina.
Con una Licenciatura en Física, y después de muchas vueltas decidió volver a Ensenada y recrear una huerta urbana basada en permacultura. Amante de la naturaleza, los yuyos, los aceites esenciales, y los fermentados, transformó su casa en una especie de laboratorio, donde también hay experimentos en reciclaje asomando desde estantes y cajones.
Ya tuvo hijos, ya plantó árboles, y escribió libros. ¿Y ahora qué?
Hagamos jabones de proceso en frío.
¿Y por qué jabones?
Porque el jabón que se vende no es jabón. Porque el cuerpo puede tolerar un número limitado de contaminantes antes de empezar a romperse en pedacitos. Porque el jabón debería ser parte de la solución en salud y bienestar, en vez de ser parte del problema.
Porque aprendí a hacerlo para mí, y después descubrí que a otros les servía, y creo que lo que sirve hay que compartirlo.
¿Por qué hay tan pocos jabones disponibles de cada tipo?
Los jabones se hacen en tandas de kilo de aceite. Lo que da unos ocho jabones de 150 gr aproximadamente. Sacando los jabones de testeo llegan a la venta seis jabones por tanda. Este sistema puede cambiar con el tiempo y la demanda.
¿Cómo se testean los jabones?
Loa jabones de procesamiento en frío necesitan cuatro semanas de maduración, pero a la semana ya son seguros para uso. Los jabones son testeados primero por la jabonera, a las dos semanas por un par de generosos betatesters, a las tres semanas el jabón pasa al uso de la casa. Y recién a las cuatro semanas se liberan a la venta si pasan los controles de calidad.
¿Qué pasa si un jabón no pasa los controles de calidad?
La tanda entera se recicla en jabón de glicerina para lavar platos y limpiar pisos.
¿Pasa seguido?
Solamente con algunos experimentos. En jabonería artesanal uno siempre está testeando nuevas fórmulas. Algunas salen bien, y otras no tanto.